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Cara y cruz en la delantera de España. La derrota de La Roja en la final de la Liga de Naciones contra Portugal, que ... se llevó el trofeo en la tanda de penaltis, deja a Mikel Oyarzabal y Álvaro Morata en situaciones radicalmente distintas.
Por un lado, la final a cuatro de la competición consolida a Oyarzabal como chico para todo en la selección española. El guipuzcoano es capaz de aportar ingentes dosis de trabajo sucio, pero también de asistir por partida doble ante Francia en la semifinal y golear frente al combinado luso en el duelo por el título.
Su condición de máximo realizador durante la etapa con Luis de la Fuente como seleccionador -firma diez dianas con el riojano en el cargo- y su capacidad para ver puerta en los momentos decisivos -finales de la Liga de Naciones en 2021 y 2025 y final de la Eurocopa de Alemania en 2024- han convertido al atacante de la Real Sociedad en el complemento perfecto para dos extremos como Lamine Yamal y Nico Williams.
Salvando las distancias, y aunque Oyarzabal no ha sido un delantero al uso durante gran parte de su carrera, su papel en la selección actual recuerda al que algún día ejerció Raúl González. El atacante de Éibar tiene el don de la oportunidad y un sentido táctico muy desarrollado para situarse sobre el césped y aportar aquello que requiere la jugada. Además se asocia a la perfección con sus compañeros, como demostraron los dos pases de gol contra Francia.
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Curiosamente, y a pesar del bajón de rendimiento de la Real Sociedad, esta ha sido su temporada más goleadora a nivel de clubes, con 18 tantos y 8 asistencias en 53 partidos como txuri urdin. A estos registros añade además otras cuatro dianas y dos pases de gol con La Roja. Y es que sin la explosividad física de antes de la grave rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda que sufrió en marzo de 2022, Oyarzabal se ha transformado en otro tipo de jugador y ha sabido encontrar un espacio importante en la campeona de Europa.
Ese rol es el que ha venido ejerciendo en los últimos años Morata, un tanto desplazado por su paso a un lado en Turquía, un fútbol con menos focos. Al madrileño le reservó la final de la Liga de Naciones un amargo papel, el del hombre que falló el penalti decisivo en la tanda que inclinó la balanza del lado portugués.
Tanto el seleccionador como sus compañeros arroparon al ariete del Galatasaray, pero el error hizo mella en su moral. «Me sabe mal por los compañeros, pero es parte del fútbol y de la vida. Está claro que no lo he tirado bien, podía haberlo hecho mejor y no se puede cambiar. Igual que me tocó levantar la Eurocopa, ahora me toca irme fastidiado», valoró Morata tras la final, antes de volver a alimentar las dudas sobre su futuro en la selección española. «Es una posibilidad que no esté en septiembre, seguro no hay nada, depende de muchas cosas», dejó caer.
La cercanía del Mundial de Estados Unidos, México y Canadá, el próximo verano, invita a pensar en la continuidad de un futbolista que pese a una evidente pérdida de peso deportivo en La Roja, sigue siendo el capitán y un jugador muy valorado en el vestuario por su experiencia. «Si ha fallado es porque se ha atrevido. Morata es un campeón y un referente para nosotros. Lamento mucho que haya sido él quien ha fallado, pero el responsable soy yo porque se lo he pedido», asumió De la Fuente sobre la decisión del lanzador.
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